Hoy vamos a intentar echar por tierra uno de los más típicos mitos del verano, el hecho de que mucho gente piensa que cuanto más se paga por la estancia en un hotel o cuanto más estrellas tenga, más confortables estaremos y mejores serán nuestras vacaciones. Estamos seguros de que cualquier persona que viaje con cierta frecuencia sabe muy bien que este tópico no es cierto.
Primero debemos ser conscientes que la calificación de los hoteles mediante estrellas sólo ofrece una estimación aproximada de su calidad. Los criterios que utilizan el sistema de clasificación por estrellas de los hoteles son muy amplios y hay que pensar que, por ejemplo, servicios que se incluyen en este sistema de valoración como el de turndown (preparación o apertura de las camas antes de acostarnos) o el de aparcacoches, no nos aporten nada.
Tampoco debemos fiarnos cien por cien de las clasificaciones que ofrecen guías como la guía Michelín o la guía Campsa, clasificaciones que en muchas ocasiones no se corresponden con el número de estrellas de los hoteles lo que ayuda a aumentar todavía más la confusión. Nuestro consejo es que antes de hacer una reserva, se mire más allá de la simple valoración del número de estrellas que tiene un hotel y se realice una pequeña labor de investigación en Internet echando un vistazo a las distintas opiniones que podamos encontrar sobre el hotel en cuestión.
Segundo, son muchas las estadísticas que indican que las habitaciones de los hoteles, por lo general, tienen las mismas características y ofrecen los mismos servicios (camas cómodas y amplias, jabones, servicio de limpieza, televisor, mini bar, etcétera), y que el hecho de pagar más o menos está sólo relacionado con la posibilidad de disponer de más espacio. El hecho de que en un hotel con muchas estrellas se haya invertido más en los espacios comunes, esto no significa que los huéspedes vayan a estar más cómodos en la habitación, ya que al fin y al cabo no van a dormir ni en la recepción, ni en el gimnasio, ni en los restaurantes o el bar.
Un gran número de hoteles invierten millones en renovar sus salones, añadir restaurantes y bares, y mejorar sus gimnasios y piscinas, todo ello con el claro objetivo de conseguir alguna estrella más en su clasificación. Sin embargo no invierten nada en mejorar las características y comodidades de las habitaciones que permanecen sin cambios, descuidando aspectos como la comodidad de los colchones y almohadas o los estándares de limpieza.
Por último, muchos hoteles, viajes organizados y cruceros que se anuncian como "de lujo" y que se ofrecen con precios acorde a esa categoría, realmente no ofrecen una mejor relación calidad-precio que otras opciones mucho más baratas que, a la vez, también ofrecen un nivel de confort muy alto. Es por este motivo por lo que si decidimos comprar un paquete vacacional o producto de viaje es muy importante investigar sobre el mismo y no sólo valorarlo en base a su precio. Como se suele decir, no es oro todo lo que reluce.
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